Existen personas que por sus ideales son capaces de entregar sus vidas. Esperan que su ejemplo inspire a otros.
Los cristianos, sin embargo, aunque tenemos promesas para esta vida y la que nos espera más allá, dudamos en hacer pequeños sacrificios: Levantarnos un rato antes para leer la Biblia, buscar un momento del día para orar o cantar alabanzas, perdonar al que nos ofende, identificarnos como hijos de Dios.
Jesús fue muy claro: quiere el primer lugar. Ni siquiera podemos poner primero a nuestra familia. Todo debe ser dejado de lado, si es necesario, por amor a Cristo. Él lo dejó todo por nosotros, cuando no éramos dignos de su amor.