El texto del Salmo está en pasado. Hubo un tiempo en que el salmista podía ir a la Casa de Dios y se alegraba. Pero ya no podía disfrutar de esos momentos maravillosos. Cuando Israel fue invadida, el enemigo destruyó el Templo y llevó prisioneros como esclavos a los sobrevivientes.
Nosotros tenemos hoy el privilegio de poder ir a la Casa de Dios. Aprovechemos para reunirnos con nuestros hermanos. Para recibir ese aceite fresco que desciende del Cielo. No esperemos a que el enemigo nos quite esta bendición. No esperemos a que nos aleje de Dios, a que nos esclavice con temor, con enfermedad, con pobreza, con angustia… ¡La bendición está cerca del Padre!
¡Hay bendición y vida abundante cuando se reúnen los hijos de Dios!