El sembrador esparció las semillas. Una cayó entre pedregales y otra en buena tierra ¿Adivinen cuál creció más rápido? La que no tenía mucha tierra, la que no pudo desarrollar raíces. Pero cuando el sol salió la quemó porque al no tener raíces no podía absorber suficiente agua.
No te desanimes si ves que un recién convertido crece rápido, mientras tú tienes que ser procesado y no ves el crecimiento. Cuando Dios encuentra un corazón que no es de piedra sino sensible a su voz, se toma su tiempo en arrancar las malas hierbas porque sabe que es buena tierra. Es importante echar raíces, buscar a Dios en lo secreto, beber en abundancia del agua de vida. Entonces aunque el sol de la prueba deje secos a todos alrededor, y se mueran espiritualmente, seguirás dando frutos.
Marcela Gándara – Me haces crecer