Cuando el profeta hablaba, no les gustaba lo que les decía. Por eso sufría amenazas, acusaciones de que hablaba por su cuenta, rechazo.
Pero Dios lo guardaba y también a nosotros nos defenderá. Así que habla. No te acobardes. No intentes quedar bien, sino comunicar fielmente lo que el Señor quiere decir.