
Dios nos quiere inocentes como niños, que cuando van a la playa piensan en nadar, en jugar, en refrescarse. No tienen la mirada pervertida que solo piensa en sexo, ni tampoco buscan la oportunidad de aprovecharse del que está distraído para robar. No están comparándose con los demás. No están llenos de celos.
Pero eso no significa que seamos inmaduros. Debemos ser conscientes de las maquinaciones del diablo, debemos ser responsables de nuestros actos, debemos cuidar de nuestros seres queridos. Dios quiere vernos crecer. Que tengamos más dones, más gracia, más conocimiento de su Palabra, incluso que prosperemos materialmente… pero no nos puede dar más si somos inmaduros, si no vamos a saber manejarlos.