
La misericordia de Dios es tan grande que recibe a todos, no importa qué pecado terrible hayan cometido. Pero una cosa no tolera: el orgullo.
Si eres orgulloso no te llama hijo sino “extraño”. Así como el calor seca la hierba, humillará a los soberbios. “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.” (Salmos 138:6)