Muchas personas poderosas aunque reciben admiración, también causan temor, porque no son íntegros. Por eso sospechamos que siempre tienen alguna trampa escondida. El diablo, también llamado Padre de Mentira, usa su sutileza para hacernos creer que hacemos lo que queremos y nos dirige hasta quedar atrapados en sus redes de maldad. Sus caminos son retorcidos y engañosos. Pero Dios es íntegro, recto, va de frente. Podemos confiar en él.