Serie Intercesores que Ayunan
El pueblo de Israel se había alejado de Dios. Se habían mezclado con las naciones paganas y aprendido sus costumbres. Pero ese día se reunieron para volver a su Señor, al Todopoderoso que en la antigüedad había hecho milagros extraordinarios a su favor. Necesitaban la ayuda divina, por eso hicieron ayuno y permanecieron firmes en la plaza, mientras los sacerdotes leían la Palabra de Dios.
Al escucharla, comenzaron a darse cuenta que todos sus problemas habían venido por culpa del pecado. La Palabra de Dios, alimentó su espíritu, reviviendo su conciencia. Así que comenzaron a confesar sus pecados y arreglar cuentas con Dios.
Cuando ayunamos, dejamos de lado no solo la comida, sino también todo aquello que bombardea nuestra mente alejándonos del Señor: televisión, redes sociales, incluso amigos. Mientras nuestro cuerpo se limpia por dentro, nuestra alma también se purifica. La Palabra se hace viva, nos alimenta y nos guía para saber cuál es la voluntad de Dios. Así nuestra oración es eficaz y podemos interceder por los demás fortalecidos con su poder.