La gente en su mayoría le tiene miedo a la muerte. Incluso cuesta nombrar la palabra muerto, se dice: «siento tu pérdida», «pasó a mejor vida» y otros eufemismos. Es que no saben lo que hay más allá, o creen que es el fin, o entienden que no merecen el Cielo.
Pero los que decidimos seguir a Jesús, ya nos consideramos, en cierto modo, muertos. Porque decidimos todos los días olvidarnos de nosotros mismos y llevar la cruz. Entregamos nuestra vida, nuestro tiempo, nuestras energías para ir adonde él nos lleve y hacer lo que nos pida. Así como él cargó su cruz, entregando voluntariamente su vida.
Gracias al sacrificio de Cristo tenemos el perdón de nuestros pecados, así que ya no le tenemos miedo a la muerte. Porque significa que vamos a descansar con nuestro amado Padre hasta que recibamos la recompensa. Y sabemos que lo mejor que podemos hacer con nuestras vidas en este mundo, es entregársela al único y sabio Dios.