No nos gusta esperar y mucho menos callarnos la boca, pero a veces Dios quiere que demostremos nuestra fe dejando que él actúe como quiera, para al final librarnos de nuestros problemas. Deja de clamar, porque ya te oyó. Deja de pedir explicaciones, porque ya te dijo lo que necesitas saber. Y sobre todo deja de quejarte, porque él sabe lo que te conviene. No le cuentes a todo el mundo tus aflicciones, por fe ya eres libre.
Esperemos en silencio que Dios obre. Llevemos el yugo de Cristo para avanzar a su paso y que nos ayude a soportar la carga.