Nuestra lengua es pequeña comparada con el cuerpo, sin embargo ¡cuánto daño puede hacer! Cuando soltamos palabras hirientes, chismes o mentiras es como una diminuta llama que no sabemos cuánto puede crecer, qué terrible incendio puede provocar.
Por eso no dejemos que nuestra lengua nos domine. Tomemos el timón de nuestra vida, para llevarla por buen rumbo.