Estamos tan acostumbrados a que Dios esté atento para escuchar a su Iglesia, parece que siempre vamos a sentir su Espíritu Santo cuando nos reunimos en su nombre, damos por sentado que si repetimos una oración de confesión va a perdonar nuestros pecados. Pero un día no será así.
Es posible que Dios se canse de nuestra conducta de pecar y luego ir a él pidiéndole perdón, para luego volver a lo mismo de antes. Eso le pasó a Israel. El Señor ya no quiso oír sus oraciones, porque su adoración era de la boca para afuera. Entonces escondió su rostro para no ver y tapó sus oídos para no oír. El castigo llegó y no hubo escapatoria. No hubo salvación. Tuvieron que ser oprimidos por años, hasta que su corazón endurecido se volvió a su Creador con humildad, con sinceridad. Dios libre a nuestra nación, que no seamos duros como Israel.
Hoy llama a Dios. Pídele que te ayude a serle fiel. Conviértete en un intercesor. Oremos juntos por nuestro país. Tengamos siempre a mano esa campanita para llamarlo. Quizás tu campanita sea la alabanza, quizás el ayuno o la vigilia. Tú sabes cómo llegar al corazón de Dios. Y si no sabes, pídele que te muestre cómo buscarlo.