No calles, ¡alaba!
Cuando Jesús entró a Jerusalén, días antes de ser crucificado, la gente le rindió homenaje. Los discípulos le trajeron un burrito en el que nadie había montado, sus dueños se lo prestaron sin problemas. La gente tendía sus mantos en el camino o ramas con muchas hojas, como alfombra. La muchedumbre gozosa comenzó a alabar […]