Cuando caminamos con Jesús no hay nada de qué temer: ni muerte, ni enfermedad, ni demonios… ¡NADA! Porque él es más poderoso y nos cuida.
Cuando caminamos con Jesús no hay nada de qué temer: ni muerte, ni enfermedad, ni demonios… ¡NADA! Porque él es más poderoso y nos cuida.