No podemos dejar de interceder

NO PODEMOS DEJAR DE INTERCEDER

Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. 1 Samuel 12.23

PARA QUE ANDEN POR EL CAMINO BUENO Y RECTO
El profeta Samuel había dedicado una vida a dirigir al pueblo de Dios. Era un hombre humilde, íntegro, que no se quedaba quieto, recorría todo el país para atender las necesidades espirituales de la gente. Pero se hizo viejo. La gente empezó a decir que mejor era tener un rey. ¡Ellos recibían la guía directamente de Dios! ¡Y querían un hombre con sus defectos y debilidades para que gobierne, en vez del perfecto Dios! Porque querían ser como los demás.

Samuel se sintió indignado. Pero el Señor le dijo «No te dejaron a ti sino a mí. Voy a darles un rey, pero no les va a ir bien».

El pueblo creyó que ahora Samuel se iba a ofender y no querría orar más por ellos. Pero él les respondió estas palabras que leímos. ¡Él no podía dejar de interceder! ¡Ahora necesitaban más que nunca de su oración! Si los dejaba, pronto se apartarían del camino bueno y recto. Samuel lo sabía muy bien. Por eso nunca dejó de clamar a favor del pueblo, a pesar de que cuando se hizo viejo, lo dejaron de lado.

Aprendamos de su ejemplo. No dejemos de interceder por el pueblo de Dios, por nuestra ciudad, por nuestro país. A pesar de que nos ofendan, nos traicionen, nos tilden de locos, retrógrados o el adjetivo que se les ocurra. El Señor nos conoce, eso es lo importante. Él va a dar la paga y nosotros tendremos la conciencia tranquila.

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