Si amamos la Palabra de Dios y cumplimos sus mandamientos no solo tendremos paz. Tendremos MUCHA PAZ. Nuestra vida será como las aguas de este lago: tranquilas, que reflejan el cielo. Así descansaremos con la confianza de que nuestra vida agrada a Dios y por eso él nos defenderá. No tropezaremos, no habrá caídas ni sobresaltos. El que nos mire verá en nosotros el reflejo del Cielo: gozo, amor, fe, esperanza.