Dios sabe lo que has pasado. Entiende por qué te sentías sin fuerzas para tenerte en pie. Con momentos en que parecía que el frío llenaba tu corazón y no sentías al Espíritu Santo. Incluso cuando parecía que hasta el Cielo lloraba mientras llovía…
Pero ahora te dice que te levantes. Él te ama, nunca te abandonó. Ante tus ojos tu alma es preciosa. Toma su mano y camina con él. Verás que una nueva calidez inundará tu alma y tu vista empañada por el dolor verá con claridad la salida.