Nadie puede desear una bendición más grande que esta para sí mismo o para otro.
Se refiere al favor permanente del Señor manifestados en el creyente. La gracia de Jesús no es una acción del pasado, sino algo permanente. Él está derramando y multiplicando constantemente sobre nosotros Su gracia. Es cierto que hemos sido salvos por gracia, pero somos santificados y llenos del Espíritu Santo por gracia, también. Pablo deseaba que vieran fluir esa gracia dentro de cada creyente. ¡La necesitamos hoy!