El mayor llamado que el Espíritu de Dios hace a la humanidad hoy -y que ha hecho a lo largo de los siglos- es el llamado al arrepentimiento.
Arrepentirse es dar un giro de 180 grados y cambiar radicalmente de rumbo. Significa apartarse del pecado y de todo lo que desagrada a Dios, incluyendo iniquidades, mentiras, transgresiones, injusticias y perversión moral. Es abandonar lo que es malo y en cambio caminar en la dirección de Dios. El arrepentimiento está conectado con la voluntad del hombre, por lo que se considera un permiso que el hombre da a Dios para intervenir en su vida. «Arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que vengan tiempos de refrigerio de la presencia del Señor» (Hechos 3:19)
El arrepentimiento es un cambio genuino y sincero de mente y corazón. Por lo tanto, la evidencia del verdadero arrepentimiento es la transformación del creyente. En otras palabras, todo cambio verdadero comienza con el arrepentimiento.