Cortó a otros para darnos su lugar «Bien, dirás, “pero las ramas fueron desgajadas para injertarme a mí”. De acuerdo, pero fue su infidelidad la causa del desgajamiento, mientras que tú te mantienes en pie por la fe. Así que no presumas y ándate con cuidado.» Romanos 11.19-20 BLPH

Dios cortó a otros para darnos su lugar

Israel era el pueblo de Dios. Como un olivo que da buen fruto. Pero se echó a perder, por eso el Señor lo cortó. Lo apartó para que no recibiese la savia, la vida y bendición que viene de Dios.

Nosotros fuimos injertados en su lugar. Ahora somos su pueblo, sus hijos. Pero no debemos ser orgullosos, no sea que a Dios le desagrade y nos corte como lo hizo con los que originalmente eran su pueblo escogido.

Dios le dio a Israel la Tierra Prometida, un territorio rico. Allí encontraron casas ya edificadas, viñedos que no tuvieron que esperar a que crezcan, lagares, silos y otras riquezas. Todo eso era de otros, pero por su maldad, el Señor se lo quitó y se lo dio a sus hijos fieles. Años más tarde, los israelitas se alejaron de Dios y por eso fueron conquistados por otras naciones que los llevaron lejos de esa buena tierra.

A veces, Dios le saca a otro un buen trabajo o un negocio para dárselo a sus hijos, porque premia al que tiene fe y lo obedece con humildad. Pero si se vuelve orgulloso o se olvida de Dios, perderá la bendición.

Cortó a otros para darnos su lugar
«Bien, dirás, “pero las ramas fueron desgajadas para injertarme a mí”. De acuerdo, pero fue su infidelidad la causa del desgajamiento, mientras que tú te mantienes en pie por la fe. Así que no presumas y ándate con cuidado.» Romanos 11.19-20 BLPH