El profeta usa la metáfora de una joven (virgen) para referirse a la ciudad capital. En realidad, toda la nación estaba siendo castigada.
Los profetas, por años, reprendieron con amor, con dureza, con palabras elocuentes, con lenguaje sencillo. De todas formas. Anunciaron que si seguían adorando ídolos, maltratando a los indefensos y cometiendo todo tipo de inmoralidad, vendría el castigo. No oyeron. Y llegó el momento. Guerra, hambre, peste.
Nos toca vivir tiempos en que el Señor se cansó ¡Hay tanta injusticia, robo, mentira, violencia! No se valora la familia. No se respeta a los mayores. Les ofende oír la Biblia.
Por eso Dios nos llama a orar, a llorar, a clamar pidiendo perdón y misericordia. Por nuestros gobernantes y por nuestros líderes espirituales, para que abran los ojos y corrijan el rumbo.