«El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte» (Proverbio 18:19) Siempre dije: Fuera de las iglesias hay más ofendidos que perdidos… Aunque están perdidos también y no se dan cuenta. La gente se vive ofendiendo, con y sin razón se ofenden. Jesús nos enseñó a orar así: «Y perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden«. La causa de toda ofensa es la inmadurez. Me ofendo por inmaduro. Ofendido soy más duro que una ciudad fortificada. ¡Cuidado con los ofendidos, son más duros que una ciudad fortificada y lo único que provocan es división por inmadurez!