
Dios te dio muchas promesas maravillosas. Necesitan tiempo para crecer y dar fruto. No dejes que se apague tu fe cuando vengan las pruebas. La fe es la raíz que nos mantiene firmes cuando sopla el viento y además permite alimentarnos del agua de vida. ¡Creele a Dios con todas tus fuerzas!
Si las circunstancias que te han tocado vivir han endurecido tu corazón, pídele a Dios que te ayude para que su palabra pueda crecer en ti hasta romper las rocas. Atesora el agua del Espíritu Santo, como los cardones que crecen en suelo árido.