Como un ave que abandona la seguridad del nido, es el que deja su casa espiritual. La iglesia no es el templo, es el conjunto de hermanas y hermanos en Cristo. Permaneciendo en comunión con ellos, nos cuidamos mutuamente, el enemigo es echado lejos por la oración en común acuerdo y gozamos de la presencia de Dios que desciende donde hay dos o tres.