Cuando era chica aprendí que Dios nos miraba desde el Cielo. Sabía que él era poderoso, incluso para guardarme desde lejos. Pero cuando leí este versículo entendí mejor el amor de Dios. Él no nos mira de lejos, él nos sigue como la sombra. Pegado a nosotros. ¿Vieron que al mediodía la sombra es chica pero cuando va haciéndose de noche se agranda? No tenemos que tener miedo si se acerca la noche. Si nuestro día no es tan brillante, él se hace más grande. Nunca nos abandona.