El profeta Elías había sido usado grandemente por Dios. Pero tuvo miedo que la reina lo matara pues exterminó a los sacerdotes del falso dios Baal. Entonces huyó. Después de caminar varios días y ser alimentado por los ángeles que le trajeron pan y agua, llegó a Horeb, el monte de Dios (versículo 8).
Pero en vez de ponerse a orar, se metió en una cueva y se puso a dormir. Entonces Dios le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Dios le había tenido paciencia, pero no podía dejar que se quede durmiendo en la cueva. En momentos de apostasía era más necesario que nunca que dejara de lamentarse y siguiera adelante. Alguien tenía que cumplir el propósito de Dios.
No te dejes vencer por el desaliento ni el temor. Apóyate en el Señor. Escucha su voz que te dice que es tiempo de avanzar.