Reparador de portillos

Ayer estaba conversando con una hermana de la iglesia y el Señor me hizo acordar que somos un edificio. Cristo es la roca que sirve de cimiento y los demás somos piedras o ladrillos. Cuando un ladrillo se ensucia lo limpiamos, pero en la iglesia no es así, si lo vemos sucio de pecado lo queremos sacar de la pared. No pensamos que el edificio se debilita y mucho menos qué será de esa piedra o ladrillo.

Los fariseos pensaban así. Pero Dios lo veía totalmente distinto. Cristo es la piedra desechada que el Señor convirtió en la principal piedra del ángulo.

No es nuestro trabajo sacar ladrillos, creando así huecos. Al contrario, fuimos llamados para reparar portillos, para fortalecer la iglesia, nuestra familia, nuestra comunidad.

¿Cómo hacerlo?

Fortaleciendo los cimientos, o sea, los principios y valores que sustentan la familia, la iglesia, la sociedad. No los valores cambiantes por la moda sino esos que Dios dejó establecidos en su Palabra.

Uniendo con amor a los quebrantados, a los desechados e incomprendidos. «para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo». (Colosenses 2:2)


Portillo es una abertura o grieta hecha en una pared o muro que los enemigos usaban para entrar en la fortificación. Viene de la misma palabra que «puerta».

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