El enemigo no deja de atacar a los líderes con pensamientos, con presiones políticas, con toda herramienta a su disposición. Vemos que su influencia lleva a la mayoría a tomar decisiones que generan malestar en los ciudadanos, temor por la violencia y el panorama económico, sus actos no son piadosos y la corrupción se extiende por todas partes.
Por eso debemos orar por ellos, para que no se dejen engañar por los demonios, para que no cedan a la tentación, para que sean honestos y busquen el bien común.