El diablo nos odia, por eso siempre está buscando ocasión para destruirnos. También susurra a nuestra mente con el propósito de desanimarnos, apagar nuestra fe, desviarnos de la meta que Dios nos trazó.
No importa que las circunstancias sean adversas, que parezca que es imposible con este escenario poner un negocio, criar un nuevo hijo, comenzar un ministerio, o iniciar un proyecto que el Señor nos prometió. Si Dios lo dijo así será. Nada hay difícil para Dios. Por eso yo me aferro a sus promesas, porque sé que se cumplirán aunque todo parezca indicar lo contrario.
Si el enemigo dice: «No puedes con tu problema de salud» le digo: «Dios me va a sanar y si no lo hace de alguna manera me va a ayudar». Si el enemigo dice: «Pasó demasiado tiempo, se pasó tu oportunidad» le digo: «Para el Señor un día es como mil años y mil años como un día, la bendición viene en camino». Si me dice: «Sé realista» le digo: «Soy una persona de fe». Si dice: «Dios te olvidó» le digo: «Dios es fiel».
«¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo» (Génesis 18:14).
«Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos» (1 Samuel 14:6).
«He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? » (Jeremías 32:37).
¡Yo no me suelto de sus promesas! Ellas me sostienen cuando los ataques del adversario quieren hundirme.