Cuando Jesús nació, un ángel descendió a dar la noticia a los seres humanos. Era de noche, así que la mayoría estaba durmiendo. En la aldea de Belén nadie escuchó la noticia. Pero en el campo, unos pastores que velaban cuidando sus ovejas, recibieron la visita del ángel.
Ellos estaban sorprendidos y mucho más cuando apareció un coro de ángeles alabando al Señor. Cuando los seres celestiales desaparecieron, los pastores no se quedaron quietos. Ellos no solo escucharon la palabra, la creyeron y la pusieron por obra. Dice la Biblia que fueron de prisa. No perdieron el tiempo. Y al llegar vieron al niño, el Dios encarnado, acostado en el pesebre.
Si quieres que Dios te hable, no esperes que lo haga mientras duermes. Claro, el Señor puede darte una revelación en sueños, pero para eso primero tienes que buscarle en oración. Sé activo. Ora, vela, busca la presencia de Dios. Y cuando recibas la palabra no pierdas tiempo.