Si nuestra heladera está vacía, Dios puede llenarla. Y eso no es nada para el Todopoderoso ¡Puede hacer mucho más por sus hijos amados!
Pero lo importante es darnos cuenta por qué llegamos a esta situación ¿Somos malos administradores? ¿Dejamos que el Enemigo nos robe? ¿Se cortó la bendición porque estamos desobedeciendo…?
Si le hemos fallado a Dios pidamos perdón con humildad y oremos que él nos salve. Cuando buscamos el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás vendrá por añadidura.