En la foto vemos un grupo de extranjeros preparados para ir a una expedición al Aconcagua. Todos los años llegan entusiastas de todo el mundo con el deseo de alcanzar su cima, pero no todos lo logran.
La cima del Aconcagua es la más elevada del mundo, después del Himalaya. Llegar supone un gran esfuerzo físico y mental, que requiere mucha preparación. Por eso se necesita un permiso especial para intentarlo.
Nosotros, aspiramos llegar a un lugar más alto: el Reino de Dios. No hay restricciones para emprender el camino. La entrada ya fue pagada. Jesús entregó su vida para pagar el precio. Solo hay que seguir sus pasos.
También nos preparamos, pero de otra forma. Y aunque no estamos en forma, a veces somos inconstantes y no alimentamos nuestra alma como conviene, sabemos que llegaremos ¡porque nos ayuda Dios mismo!