Valora a tus amigos y hermanos. No seas el culpable de echar a perder la amistad, con chismes, celos o cualquier otra cosa. La Biblia nos aconseja incluso que no los visitemos si estamos mal, para no descargar en ellos nuestra frustración, para no ser carga. Sobre todo cuidemos la relación con nuestro mejor amigo: Jesús.