Dios no te pide gran cosa, solo algo a tu alcance, lo junta al trabajo de otro y luego lo hace crecer y crecer.
Como en la foto, la flor en la maceta es más grande que la regadera, así Dios nos sorprende a veces con resultados insospechados: ¡Esa persona a la que hablaste en la cola del Banco, podría ser mañana un poderoso profeta! Ese billete en la ofrenda podría convertirse en la llave para un gran proyecto.
No lo dudes ¡No hay trabajo chico en las manos de Dios!