Si fueran nuestras fuerzas las que nos permiten avanzar, ya nos habríamos quedado en el camino. Pero no andamos solos, Dios nos dio compañeros en la fe, que más que amigas y amigos, somos familia: La familia de Dios.
Y las fuerzas que nos sostienen en pie, por más duro que sea el camino, ¡son las fuerzas potentes de Dios!
Por eso oramos unos por los otros: Que el glorioso poder del Altísimo los haga tan fuertes, que puedan soportarlo TODO con mucha fortaleza, con paciencia e incluso sin perder la alegría.