Cada año llega acompañado de brindis, buenos deseos y promesas. La mayoría de los deseos que la gente ofrece, no tiene poder para cumplirlos, son palabras vanas. En cambio, la Biblia es la Palabra de Dios, es viva y eficaz. Las promesas que el Señor nos dejó allí son fieles y verdaderas.
No importa si te tocó ver muchas angustias y males. Aunque estés como un árbol seco, volverás a reverdecer y llevarás fruto. El salmista dice con confianza: «me levantarás de los abismos». No era una ilusión. Ya lo había hecho otras veces, por eso dice «Y de nuevo me levantarás…»
Llegó un nuevo año. Nuevo comienzo. Abre tu corazón al único que puede transformarte y hacerte de nuevo. Dios quiere darte vida, quiere llenarte de frutos, tiene preparado grandes planes si decides plantarte en Su Casa, en la iglesia.
¡Muchas bendiciones! Te amo en el Señor.