
No es que a Dios le agrade todo lo que hacen nuestros gobernantes. Pero no hay duda que el Creador está en control del mundo. Él decide a quién poner en cada puesto. Los presidentes y ministros son en cierto sentido “siervos de Dios” porque aún sin darse cuenta están cumpliendo los planes divinos.
Los ciudadanos votamos, pero es Dios quien elige al ganador. A veces para bendición y otras veces para castigo.