¡Con qué odio nos persigue el diablo! Usa todo lo que puede y a todos quienes se dejan usar para destruirnos.
Como no puede lastimarnos físicamente porque Dios nos protege, intenta destruir nuestra economía o nuestras relaciones, engañándonos para que tomemos malas decisiones. Pero el Espíritu Santo nos alerta (por la Biblia, la conciencia y otros medios) para que evitemos enredarnos en problemas.
Cuando ve que no resulta, procura separarnos del Señor. Nos tienta para que pequemos, así tendrá derecho de afligirnos. Pero una y otra vez, Dios nos abre los ojos para ver que es una trampa y que escapemos.