
Si vas a orillas del Paraná, vas a encontrar estas escaleras. Prometen una mejor vista, pero pueden ser intimidantes. Son empinadas y en algunos lugares están rotas. En pocas palabras, no son cómodas.
Tampoco es cómodo elegir el camino de Dios, decidir cada día poner sus intereses primero, controlar la lengua y el mal carácter, doblar la rodilla, estudiar la Biblia. Pero la promesa de lo que nos espera arriba, no es sólo ver todo el panorama sino alcanzar la verdadera vida. Sin Dios no hay vida abundante.