Cuando Moisés hablaba con Dios, la gloria de Dios era tanta que su cara brillaba. Por eso se ponía un velo. Ese fue un símbolo de que el resto del pueblo no entraba en la presencia de Dios y tampoco podía entender lo que el Señor les hablaba.
Pero nosotros podemos hablar cara a cara. Cuánto más tiempo pasamos en la presencia de Dios, más nos parecernos a él, gracias a la obra del Espíritu Santo y más lo entendemos ¿Qué dice tu cara?