Miramos a Dios como en un espejo

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Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
2º Corintios 3:18

Foto: juego de perspectiva en el que parecen dos personas mirándose y sonriendo, pero se está mirando en un espejo.

Cuando Moisés hablaba con Dios, la gloria de Dios era tanta que su cara brillaba. Por eso se ponía un velo. Ese fue un símbolo de que el resto del pueblo no entraba en la presencia de Dios y tampoco podía entender lo que el Señor les hablaba.

Pero nosotros podemos hablar cara a cara. Cuánto más tiempo pasamos en la presencia de Dios, más nos parecernos a él, gracias a la obra del Espíritu Santo y más lo entendemos ¿Qué dice tu cara?

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