Hay momentos donde tus lamentos son justificados y tu dolor, real. El enemigo quiere que te desanimes y dejes de luchar. Que te abandones. Pero Dios, cuando ve una rueda pinchada no la tira, la arregla. Incluso si está destrozada y ante los ojos de los demás no tiene arreglo. Él no piensa abandonarte.
Deja de escuchar los susurros del diablo ¡Todavía hay esperanza para ti! Dios no te dijo que no vendría el dolor o el cansancio ¡Pero te prometió la victoria! ¿Te rompiste? ¿Te embarraste con el pecado? ¿Tu fe se desinfló? ¡NO TE QUEDES ASÍ! Busca a Jesús, pídele con humildad que te perdone. Ora hasta que te restaure. Toma fuerzas de sus promesas fieles y sigue adelante.