La mayor parte del tiempo, no somos conscientes de la guerra espiritual que se pelea a nuestro alrededor.
Cuando el enemigo nos ataca de forma manifiesta recién nos damos cuenta. Pero cada día está bombardeando con pensamientos que debiliten nuestra fe, nuestras fuerzas o nuestra integridad moral. También usa enfermedades, personas que nos rechazan, ridiculizan, ponen trabas, nos estafan…
Si el ángel del Señor no estuviera a nuestro lado, ya nos habrían matado, o dejado inválidos o hubieran conseguido condenar nuestras almas haciendo que como Judas traicionemos a Jesús.
Abramos nuestros ojos, no seamos ingenuos. Pidamos a Dios que nos guarde y nos ayude a hacer nuestra parte para que el Reino de Dios sea establecido en la tierra.