Cuántas veces nos hemos desilusionado. Teníamos esperanza de conseguir ese trabajo pero no salió, esperábamos que los resultados del análisis dieran negativo pero nos enteramos que había que operar, teníamos esperanza en que se acabaran las peleas pero empeoraron… Porque no buscamos a Dios.
Quizás oramos, pero no quisimos escuchar su respuesta.
La esperanza fuera de Dios no dura ¡Pero sus promesas son fieles y verdaderas!
