Dios mira a su iglesia y la ve sucia ¿Es que se olvidó que la sangre de Cristo limpia de todo pecado? Lo sabe, pero no siente necesidad de estar a cuentas con el Creador. Está cómoda, disfrutando de la bendición del Padre y los placeres de este mundo. Estira sus límites morales hasta tolerar lo que antes, escondida en los brazos de Dios, le parecía inmundo, obceno.
¡Reacciona, Iglesia! No esperes a que con dolor te arranquen tus ídolos.