Tres naciones venían a atacar a los judíos, pero ellos empezaron a cantar alabanzas a Dios ¡Y el poder se desató! El Señor hizo que sus enemigos se confundieran y terminaran matándose entre ellos.
Alaba a Dios con el ritmo que quieras, pero alábalo en espíritu, que no sea solo una canción o palabras de boca para afuera. «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Juan 4:24).