No podemos comprar los favores de Dios ¿Qué le podríamos dar, si todo es suyo? Cuando se escribió este salmo la gente le ofrecía a Dios sacrificios de animales. Después que Jesús vino al mundo, ya no fueron necesarios. Ahora le damos nuestros diezmos y ofrendas. Pero debe ser un acto de agradecimiento, no un trueque ¿Qué pensarías si tu hijo te quiere pagar para que le des la comida o lo escuches? Dios nos da todo por amor. Pero hay algo que él quiere: TU CORAZÓN. Dios desea tu amor, tu devoción, tu sinceridad.
Dios no quiere extraños que vengan a su Casa a comprar sus favores. Él quiere hijos que le sirvan por amor, que lo conozcan de verdad, que amen a sus hermanos. A ellos el Padre los bendice, no deja que nada les falte. «Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.» Isaías 65:24