Dos cosas nos enseña este versículo: En primer lugar, dice que si nos falta sabiduría simplemente tenemos que pedírsela a Dios. Lo segundo, es la forma en que da Dios. Es maravilloso saber que él da A TODOS, en forma ABUNDANTE y SIN REPROCHE.
La sabiduría no es conocimiento, porque si fuésemos capaces de recitar toda la Biblia de memoria, eso no significaría que sabemos cómo aprovechar sus palabras para tomar decisiones sabias. Dios nos da la capacidad de comprender cómo hablar, cómo gastar nuestro dinero, con qué criterios elegir nuestras amistades, cómo actuar. En resumen, cómo vivir para que al mirar atrás no nos arrepintamos de nuestras acciones.
Si tenemos algún conocimiento o habilidad no seamos soberbios, compartamos lo que sabemos así como lo hace Dios: sin discriminar, sin mezquindad y sin reproches.