Te pasas el día trabajando. No quieres gastar para tener un ahorro ¿Y si el Señor viene hoy a llevarte a la eternidad? ¿Para quién será todo tu esfuerzo? ¿Quién lo va a disfrutar?
La Biblia nos enseña a no dejarnos engañar. No pongas tu confianza en tus ahorros. Porque el único que tiene control de tu vida es Dios. Él te da la salud, las fuerzas, el alimento de cada día.
No se trata de despilfarrar, sino de saber invertir. Haz tesoros en el Cielo. Usa los recursos que tu Padre Celestial te da para ayudar al prójimo y a la iglesia donde te congregas. Él te lo va a recompensar. Y aprende a disfrutar de las pequeñas cosas: «Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.» (Eclesiastés 9:7).