Poco se habla de Simeón y menos en Navidad, pero fue una persona que cumplió un rol muy importante en la llegada de Jesús. Este hombre de Dios se preparó para Su venida, con la visión correcta de quién era este bebé.
Dice la Biblia que Simeón era un varón justo y devoto, que esperaba la consolación de Israel. Ser justo significa que era honrado, mientras que ser devoto quiere decir que se preocupaba por agradar Dios y lo servía. También dice que era uno que esperaba, aunque la última profecía sobre la venida del Mesías había ocurrido hacía más de cuatrocientos años.
A pesar de que Dios mantenía el silencio, porque Israel se había alejado de su creador. A pesar de la opresión de los romanos. A pesar de tanta pobreza. A pesar de que los ricos solo pensaban en el dinero y el poder. A pesar de que las sinagogas estaban llenas de gente que solo sabía criticar y se creía más justa que los demás. A pesar de los hipócritas. A pesar de los incrédulos… Simeón seguía creyendo a Dios y esperando que se cumplan sus promesas.
Por eso Dios hablaba a Simeón y alentaba su fe. El Espíritu Santo le reveló que muy pronto nacería el Mesías prometido y no solo eso ¡Simeón lo vería con sus propios ojos! No solo le daba revelaciones, también lo guiaba. Por eso, cuando llegó el día que María y José llevaron al niño para circuncidarlo, el Espíritu Santo le dijo que fuera al Templo. ¡Y allí estaba! ¡El Salvador del Mundo, la esperanza de Israel y de toda la humanidad, encarnado en un bebé!
El Espíritu Santo había dicho a Simeón que no moriría hasta ver al Dios hecho hombre. Los años pasaron, se fue haciendo viejo, pero siguió esperando. Él creyó al Señor. Su profunda fe se sustentaba en la fidelidad divina. Su paciencia se mantenía firme porque sabía que el Eterno no miente.
¡Qué gran alegría sintió este anciano que supo esperar! Cuando tomó al pequeño en sus brazos, se llenó del Espíritu Santo y entonó una canción. El nombre Simeón significa «Dios ha escuchado». Por lo tanto, ver a Jesús y sostenerlo cumplió su nombre: Dios lo había escuchado.
El profeta Isaías dijo: «Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas…» (Isaías 40:31 NBV). El Señor cumplió esta promesa en la vida de Simeón, pues a pesar de su edad sus fuerzas se renovaron hasta que llegó el día en que vio cara a cara al Salvador del Mundo, a Emanuel: «Dios con nosotros». También nosotros podemos recibir nuevas fuerzas hasta recibir las promesas que Dios nos dio. Si nos mantenemos firmes en la fe, el Señor nos recompensará. Su Espíritu Santo nos hablará, nos dará revelaciones, nos guiará y lo más importante, nos dará su salvación.
[Simeón] le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,
Conforme a tu palabra;
30 Porque han visto mis ojos tu salvación,
31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
32 Luz para revelación a los gentiles,
Y gloria de tu pueblo Israel.
33 Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. 34 Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha 35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
Lucas 2:28-35